El cambio más grande al estudiar partería fue desvendarme los ojos y concientizarme de la realidad

Soy Catalina Guarchaj, una joven k’iche’, del municipio de Nahualá, Sololá. Tengo 23 años y estoy por convertirme en una partera profesional.

Decidí estudiar partería porque me gusta toda la formación de la salud y, además, es una carrera humana que brinda atención a mujeres con pertinencia cultural y promueve el respeto a las tradiciones en el idioma materno.

La partería es el corazón y centro de la vida de la mujer porque permite reconocerse a una misma desde el nacimiento hasta la tercera etapa de la vida de la mujer, pasando por la edad reproductiva.

La partería es mi vida. Me vio crecer. Me empoderó y ahora sé sobre mis derechos, en especial sobre la autonomía de mi propio cuerpo.

Hay muchas mujeres que necesitan ser escuchadas y atendidas de manera gentil y con pertinencia cultural.

 

El contacto con las mujeres mediante la atención prestada, ha sido muy útil para mi crecimiento profesional. La atención a diferentes mujeres, tanto de la ciudad como en las aldeas, ha representado una satisfacción muy grande para mi.  Me ha dado la oportunidad de conocer a muchas profesionales y, en especial, a las mujeres de mi  comunidad, las abuelas comadronas. También, me permitió conocer cómo viven las adolescentes y mujeres, las estigmatizaciones que sufren y los mitos de las comunidades.

El cambio más grande al estudiar partería fue desvendarme los ojos y concientizarme de la realidad: las historias machistas que han vivido las mujeres, lo que nunca imaginé que en Nahualá (mi comunidad) se pudiera vivir. Un montón de ideas patriarcales que gobiernan en las familias y las hacen acallar, sin que ellas se concienticen sobre sus derechos.

Lo sorprendente al atender a las mujeres de mi comunidad es que ellas se expresan libremente en nuestro idioma materno (k’iche’) y no existe esa barrera que les impida que se expresen sin discriminación o sin que nadie las haga sentir inútiles por no poder  hablar el idioma español.

Después de graduarme sé que será un poco difícil abrirme las puertas, pero lo que tengo planeado es involucrarme y apoyar  asociaciones como AFEDOG*  y EFCI*,  ya que estas asociaciones apoyan mucho sobre el tema de salud sexual y reproductiva.

Me gustaría empoderar a más niñas y adolescentes; así como mujeres en edad reproductiva. También, continuar realizando visitas con mi comadrona para dar seguimiento a la partería y que las mujeres poco a poco me vayan conociendo.

Gracias a  la carrera, a Asociación Corazón del Agua y a los donantes que facilitaron recursos, por permitir empoderarme sobre la autonomía de mi cuerpo  y el reconocimiento de mis derechos en salud sexual y reproductiva.

Ahora tengo una mentalidad distinta a la de antes y con esa mentalidad no discriminaré a nadie, según sea su mundo. Ahora digo ¡Soy una mujer empoderada!

 

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